En circunstancias normales, estaría mirando a la gente pasar, las ardillas bajando de los árboles en busca de comida o a las palomas caminando cerca de las cafeterías.

En circunstancias normales no estaría pensando en ti.

Hace bastante tiempo me resigné a que esto nunca iba a ser posible que ni siquiera valía la pena intentarlo y traté de pasar página y empezar otra vez. Me convencí de que realmente lo había logrado, me decía a mí misma una y otra vez que ya no existiría más un nosotros, y lo creí, pero hoy descubro que solo me engañaba.

Todo este tiempo, te mantuve encerrado bajo llave en algún rincón de ¿mi alma? Fingiendo aceptar la inexistencia de un tú y yo.

Y… ahora, cada vez que alguien se acerca a mí por detrás, pido que seas tú ese alguien que vengas a mi tan sigiloso dispuesto a sorprenderme como es tu costumbre, pero siempre llegas en el momento que menos te espero.

Hay pequeños instantes en el que deseo preguntarte “¿Me quieres?” y tengo la certeza de que tu respuesta será sí, pero sería mejor preguntar “¿Qué significo para ti?” y tengo miedo a lo que dirías, por lo que no me atrevo a hacerlo.

Dicen que las acciones hablan más que las palabras, y tus acciones hacía mí me dicen mil y un cosas, y a la vez, no me dicen nada en absoluto. La gran mayoría de las personas desearían poder leer los pensamientos, pero yo simplemente quiero leer tus movimientos, tus miradas y tu sonrisa.
 ¿Qué significan? Cuando me miras tan fijamente ¿qué ves en mí? Cuando me sonríes de esa manera ¿eres consciente de lo que provocas? Cuando me abrazas con esa dulzura ¿por qué lo haces?

Si tan sólo supiera… todo sería mucho más fácil, o al menos, eso quiero creer.

Tú y yo hemos estado viviendo en un eterno coqueteo – Si es que se le puede llamar así – tan eterno que ya no recuerdo si alguna vez no fue así.

Creí haber parado esto, pero sólo hice que fuera más peligroso, más intenso.

Me gustaría decir que no quiero seguir así que quiero dar un paso muy grande, pero caería en otra mentira… hay algo que aún me detiene y no puedo avanzar sin cerrar lo que tengo pendiente.

Hubo un tiempo en el que nos alejamos y di por un hecho que todo se había perdido y casi fue así… casi.

Logramos recuperarnos, y, aun así, nunca volvió a ser como antes, había una barrera invisible que nos separaba de forma inexplicable, pero eso no fue impedimento para que la derrumbáramos.

Esa barrera, se ha ido cayendo, y para que desaparezca de una vez por todas, yo tendré que quitar uno de los ladrillos más significativos, un ladrillo que aún no puedo quitar.

Quizás, sea porque no tengo la fuerza necesaria para poder levantarlo y romperlo, o simplemente porque no tengo el valor, ya que una vez roto, no podré arreglarlo, jamás.