¿Qué hacía yo un sábado por la tarde? Simple: tomando una taza de té viendo por la ventana. Es interesante observar cómo la gente se mueve constantemente de un lado a otro a toda prisa.
Alguien se acercaba al edificio donde yo me encontraba, pero rápidamente desistió de la idea y volvió por donde había salido, un instante después, era otra persona quien se acercaba, pero esta vez con decisión.
Me quedé helada: venía a buscarme a mí.
Rápidamente me levanté y empecé a cambiarme, no iba a permitir que me viera en estas fachas, en cuanto terminé fui directamente al baño por mi cepillo de dientes, había desayunado atún y aún se notaba un poco el sabor a pescado.
Me peiné como pude (O al menos logré que se me alisara un poco el cabello) y fui directamente a abrirle la puerta.
- Hola
- Hola ¿Y ese milagro? – Le contesté el saludo
- Pasaba por aquí y dije “¿Por qué no la paso a ver? En fin nunca sale de su casa”
- Ja ja ja, no me hace gracia – Le saqué la lengua – Pasa – Dije mientras le abría la puerta en par en par.
En seguida se habituó al departamento, se quitó la chamarra que traía puesta y la dejo en el sillón. Yo empecé a estornudar.
- Parece que eres alérgica a mi – Dijo él riéndose
Aunque lo decía en broma, yo sabía que en gran parte se debía a él.
- ¿Estuviste cerca de un gato? – Pregunté
- ¿Importa?
- Si, importa, soy alérgica a ellos
Vi como su cara tomó una expresión de ¿pena? ¿vergüenza?
- Lo siento, vengo de con mi hermana
- Ah
Eso lo explicaba, ella amaba a los gatos y tenía dos en casa.
- Quizá traiga algo para compensarte – Dijo de un de repente
Alcé la ceja, mirándolo de una manera… inquietante.
- Ten – Sacó de su mochila un libro nuevo, supongo.
- Gracias – Dije agarrándolo
Vi la portada y leí la sinopsis, definitivamente era mi estilo. En cuanto terminé fui directamente al librero dejándolo junto a los otros.
Regresé a la sala y me di cuenta de que aún no le había ofrecido algo de tomar. Que tonta. Le pregunté si prefería jugo o agua, dijo jugo sin dudarlo ¿Por qué ya no hay gente que le gusté el agua simple? Fui directo a la cocina, abrí el refrigerador y serví el jugo.
- Deberías de tomar más agua – Dije mientras le daba el vaso
- Quizá, pero no me gusta
- No tienes remedio ¿Verdad?
- Posiblemente si, y tal vez tú puedes corregirme – Dijo mientras me sonreía
Dios, él sabía perfectamente lo que provocaba en mí.
Nos conocíamos desde muchos años atrás, siempre hemos tenido cierta química entre nosotros ¿Lo peor? Ambos lo sabíamos, pero ninguno era capaz de dar su brazo a torcer. Nadie se atrevía a dar el paso que necesitamos, o simplemente no queríamos arruinar lo que tenemos. Pero en aquellos instantes parecía que él gritaba desesperadamente que lo necesitaba, que me quería.
Dejó su vaso en la mesita de centro y se sentó justo alado mío, más cerca de lo que esperaba.
Cerré mis ojos, y se me vino a la mente algo que había leído recientemente.
“Ellos se acercaron y estaban a punto de fundirse en un beso, pero como siempre alguien los interrumpió”
Sonreí para mis adentros.
- Tranquila
Podía sentir su aliento tan cerca del mío.
- ¿Sa… – empezó a decir, deteniéndose para tomar un gran respiro – ¿Sabes lo que provocas en mí?
Negué con la cabeza aún con los ojos cerrados.
- Ni yo – Contestó – Pero ya me harté, de tratar de lidiar con lo que siento, tal vez… tal vez simplemente debo de dejar que fluya
Y lo dijo, finalmente dijo en voz alta lo que él tenía miedo a reconocer… y peor aún, lo que yo también temía.
En ese momento decidí abrir mis ojos, lamentablemente – o afortunadamente – lo tenía más cerca de lo que me imaginaba. Supongo que ha llegado el tiempo de enfrentar nuestros miedos ¿no?
Acércate y bésalo.
Decía mi cuerpo a gritos, pero mi terquedad me lo impedía ¿Cómo iba hacer semejante cosa?
Él estaba a espera de una respuesta, o al menos eso parecía y sinceramente no sabía cómo responderle. Mis sentimientos eran los mismos, pero había salido de una relación recientemente y no creía que fuera lo más prudente iniciar otra tan pronto… aunque ¿tenía caso esperar más tiempo de lo que ya lo he hecho?A
Abrí la boca para decir alguna palabra: no funciono.
Por alguna extraña razón mi voz se había esfumado…. ¿O Úrsula* me la había quitado?
Reí.
Y él sonrió.
- ¿De qué tienes miedo?
Preguntó cuando vio que no obtenía ninguna respuesta mía.
- De todo – Le contesté y de inmediato agaché la cabeza.
En lugar de decir algo, optó por pararse.
Seguramente la he regado.
- Te ves tan… feliz en esta foto
Alcé la mirada. Estaba parado justo enfrente de una de mis fotografías favoritas: había sido tomada en la playa, sentada a poca distancia del mar y con el sol metiéndose atrás mío. Yo estaba muerta de la risa en el momento que captaron la foto: totalmente desprevenida.
- La captaron justo en el momento indicado
Pasó aproximadamente dos minutos viendo fijamente el cuadro – Minutos que parecían nunca acabarse – hasta que decidió dirigir su mirada hacía a mí.
- No tengas miedo – Empezó a decir – Ambos hemos estado en algunas relaciones con otras personas y no han acabado en tragedia ¿O me equivoco?
- No, no te equivocas, pero… – Suspiré – No es lo mismo
- ¿Qué no es lo mismo? ¿Me estás diciendo que no te tomas al menos una de esas relaciones por algo serio que tuviste? ¿Qué no sentías que tal vez era el indicado?
Mis ojos empezaban a humedecerse: ya empezaba a ponerme sensible, para variar.
- ¿Quieres que te sea sincera?
Él asintió con la cabeza.
- A principio de cada relación, si… pero cada vez que ya llevaba determinado tiempo, siempre sentía que caía en una monotonía, que no era ni el momento ni la persona indicada y tengo miedo de eso ¿sabes? De que nos suceda
Empezó acercarse de nuevo, pero esta vez tomando cierta distancia. Me miró tan tiernamente que podría haberme derretido en ese instante.
- En ocasiones se siente que estas tan distante, tanto que llegue a pensar que el sentimiento no era mutuo, que simplemente era mi imaginación
Oh no. De ninguna manera.
- ¡Por supuesto que es mutuo!
No me di cuenta de lo que había gritado…
¡Dios mío, que vergüenza!
Me tapé la cara con mis manos y empecé a reírme como loca. Este hombre sabe cómo hacerme hablar.
Justo en aquellos segundos sonó su celular: era un mensaje. Como era de esperarse lo ignoró por completo.
- Hay que enfrentar esto, juntos – hizo una pequeña pausa – hay que correr el riesgo
La idea seguía sin convencerme del todo y si no era ahora ¿Cuándo sería? pero otra parte de mí se preguntaba ¿Realmente es lo correcto?
Mi mirada se centró en el suelo, no podía decidir, no ahora, todo es tan confuso.
- No estoy tan segura de eso – Le respondí
- Tal vez pueda ayudar a que lo estés – Dijo él un tanto inseguro
- ¿Cómo?
No pasó ni un segundo, cuando sentí sus labios sobre los míos.
Dios, ¿en serio opto por convencerme de esta manera? ¿tan desesperado estaba?
Y aunque mi cerebro se negaba a ello, mi cuerpo no lo hacía en absoluto: me quedé helada al momento de sentir que me besaba, pero enseguida reaccioné como nunca lo imaginé.
Detente, no es bueno.
Y no podía, simplemente esto se estaba volviendo adictivo.
No sigas.
Y seguía, a pesar de necesitar un pequeño respiro.
No está bien.
Y tal vez no, pero no podía detenerme.
Respira.
Y por fin, mi cuerpo obedeció a ello.
Nuestras respiraciones eran entre cortadas, podía sentirlo tan cerca, y aunque deseaba más, no podía permitirlo.
- Dime que no sentiste nada y dejaré de insistir – Me dijo mirándome a los ojos
- Yo… – Suspiré – No puedo hacerlo
Y una sonrisa enorme apareció en su rostro, parecía que se hubiera iluminado por arte de magia, pero no era eso, sabía que yo había provocado aquello, y fue suficiente para decidir.
Me mordí los labios, estaba totalmente nerviosa, en otros tiempos había imaginado millones de posibles escenarios, y ninguno se acercaba a este… ninguno era tan real.
Lo miré y supe que él estaba igual de nervioso que yo, pero trataba de ocultarlo.
Sonreí.
Y el volvió a besarme.
- ¿Realmente estas dispuesto a correr el riesgo? ¿Aún si las consecuencias no te gustaran? – Pregunté despegándome de él
- No creo que haya graves consecuencias – Respondió – pero sí, estoy dispuesto ¿y tú lo estás?
- Lo estoy – contesté
Y ahora fue mi turno de sorprenderlo.
NOTA: *Hace referencia a la bruja malvada de la película de Disney, La Sirenita.